LA MULTA QUE APLASTA MIGRANTES

Introducción: Una carga insoportable 


Imagínate despertar cada día sabiendo que debes $998 solo por existir. No es una hipoteca, ni una deuda de tarjeta de crédito, sino una multa diaria que el gobierno de Estados Unidos planea imponer a migrantes con órdenes de deportación. Para muchos, esta cifra no es solo un número: es una sentencia de ruina económica y emocional. En un momento en que miles huyen de crisis como la de Bolivia, esta medida se convierte en una barrera más en el camino hacia una vida digna.

¿Qué es esta multa y a quién afecta?
La administración de EE.UU. ha anunciado que aplicará multas de hasta $998 por día a migrantes que permanezcan en el país después de recibir una orden de deportación. Esta política, basada en una ley de 1996, se aplicaría de manera retroactiva por hasta cinco años, lo que podría acumular deudas de más de un millón de dólares. Además, se contempla la confiscación de propiedades para quienes no puedan pagar. El objetivo, según las autoridades, es incentivar la "autodeportación" a través de una aplicación móvil renombrada como CBP Home, donde los migrantes pueden registrar su salida voluntaria.

Esta medida afecta directamente a más de 1.4 millones de personas, muchas de ellas latinas, incluyendo a aquellos que han huido de crisis económicas y políticas en países como Venezuela, Haití, Cuba, Colombia, Ecuador, China y, más recientemente, Bolivia. Familias enteras, trabajadores y soñadores están en la mira, atrapados en un sistema que parece diseñado para aplastar sus esperanzas.

El impacto devastador en la comunidad migrante
Para los migrantes, esta multa es una carga imposible. Según el Migration Policy Institute, el 26% de los hogares de migrantes sin estatus legal viven por debajo del umbral de pobreza. Pagar $998 al día es simplemente inviable. Pero el daño no es solo financiero: la amenaza de perderlo todo—desde una casa hasta un vehículo—genera un miedo constante. Familias mixtas, donde conviven ciudadanos y personas sin documentos, también sufren, ya que la confiscación de bienes afectaría a todos.

Testimonios de la comunidad reflejan esta angustia. Luigui, un albañil ecuatoriano padre de dos hijas que huyó buscando mejoras, compartió: "Trabajo dos turnos para alimentar a mis hijas, pero ¿cómo voy a pagar miles de dólares en multas? Esto nos empuja a la sombra, a vivir con terror cada día". Historias como la de Luigui se multiplican, evidenciando el costo humano de esta política.
El temible correo electrónico, los migrantes reciben la advertencia: «No intente permanecer en Estados Unidos; el gobierno federal lo encontrará» también, se advierte que quienes no salgan «de inmediato» de EE. UU. quedarán expuestos a medidas policiales, procesos de deportación, cancelación de beneficios como autorización de trabajo e incluso sanciones penales y civiles.

Una medida en el contexto de políticas migratorias más duras
Esta multa no es un hecho aislado. Forma parte de una tendencia hacia políticas migratorias más estrictas en EE.UU., que buscan disuadir la permanencia de migrantes mediante el miedo y la presión económica. Expertos como Scott Shuchart, exfuncionario de ICE, señalan que el propósito no es solo hacer cumplir la ley, sino "proyectar temor" para forzar la salida de migrantes. Sin embargo, críticos argumentan que esta estrategia ignora las razones profundas de la migración—como la pobreza y la violencia—y solo agrava la vulnerabilidad de quienes ya están en situación de riesgo.

En el panorama regional, esta medida podría tener repercusiones graves. Si EE.UU. cierra aún más sus puertas, países como Perú y Chile, ya saturados por oleadas de migrantes venezolanos y bolivianos, podrían enfrentar una presión migratoria aún mayor. La crisis en América, con miles huyendo de la escasez y el colapso económico, es un recordatorio de que las políticas migratorias de un país pueden desestabilizar a toda una región.

La respuesta de la comunidad migrante: Resistencia y esperanza
Ante esta amenaza, la comunidad migrante no se queda de brazos cruzados. Organizaciones como FWD.us y grupos de defensa de derechos humanos han alzado la voz, denunciando la medida como inhumana y desproporcionada. En redes sociales, hashtags como #NoALasMultas y #JusticiaMigrante ganan fuerza, mientras que abogados pro bono ofrecen asesoría para impugnar las multas. Sin embargo, el camino es cuesta arriba: muchos migrantes temen buscar ayuda por miedo a ser deportados.

A pesar de todo, la resiliencia prevalece. En palabras de Carlos, un activista migrante: "Nos quieren aplastar, pero no nos rendimos. Cada multa es una razón más para luchar por un sistema justo". Esta determinación es un faro de esperanza en medio de la tormenta.

Conclusión: Un llamado a la acción 
La multa de $998 al día no es solo un número; es un símbolo de un sistema que castiga a los más vulnerables. Como comunidad, no podemos quedarnos callados. Es hora de alzar la voz, apoyar a las organizaciones que defienden los derechos de los migrantes y exigir políticas migratorias humanas y justas. Comparte esta historia, únete a la conversación con #Notimigrar 

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